IMG_5420Posiblemente, el paso del tiempo es una de las dimensiones que más ha ocupado la mente de pensadores. No podría ser de otra manera, pues a medida que van madurando sus ideas, sus cuerpos van envejeciendo. Se van poco a poco haciéndose más conscientes de lo que les va quedando, de lo vivido y de lo que eso representa para cada uno. Así, se puede llegar a producir un especie de vértigo ante el paso consciente de un cuarto de siglo. Periodo  en el que caben tantas cosas, tantas experiencias y tantas sensaciones, que mientras son vividas se pierde la noción temporal. Lógico que este vértigo no sea apto para menores de 30 (les queda tanto….) ni para mayores de 80 (posiblemente recuerden tan poco…) Pero entre los 40-60, el mareo está en su pico más alto. A la par que se mueve la cabeza negando la posibilidad de lo que queda, ésta cede, mentón al pecho, ante la impotencia de la realidad. ¿Qué hacer para no caerse en ese vaivén? ¡Vivir, únicamente! Acotar la mente al más puro presente, pues ¿qué hay si no?

Y disfrutar lo que corresponda, entre ráfagas de minutos.