¿Sabes? La Esencia no es algo que esté en venta, no se puede comprar. La Esencia existe, sin más. La Esencia de poder compartir contigo la vida, comunicándonos simplemente por un cordón minúsculo por el que pasa mi energía directa a todo tu ser.
Ya nada será igual. Ya siempre habrá una ligazón eterna, que durante la mayor parte del tiempo estará centrada en que yo te cuide y te aliente, en que te apoye y te eduque, en que te escuche y te hable, en que te regañe y te indique el camino (aunque no te guste), en que recoja tus pedacitos ante las decepciones que (inevitablemente) irás sufriendo, en que te vigile para guiar los pasos en los momentos en los que te despistas, en que te abrace porque sí, porque me sale de dentro y aunque deje de contarte cuentos de noche, te cuente historias de día. La mayor parte del tiempo recibirás y una cuarta parte del mismo, mientras que yo doy, me iré haciendo cada vez más mayor y no nos daremos cuenta, pero tú te convertirás en una persona sólida y yo, seré cada vez más chiquitita por fuera, pues mi cuerpo y mi mente se irán consumiendo fruto de la naturaleza. Entonces… pasa algo maravilloso. Tú que tienes la esencia corriendo por tus venas, me la reportas y cuando me abrazas, sintiendo tu cuerpo joven y fuerte, cierro los ojos y me transporto a ese olor, a ese calor, a ese mensaje mudo que sólo se puede transmitir cuando el amor está por encima de lo material. Ése es el mejor regalo: la herencia de la Esencia y hoy, hay un día para vivenciarla, estés cerca o lejos, porque la Esencia no entiende de espacios ni tiempos, simplemente Es.