Corazón, fabrizzio Avila

Fabrizzio Ávila

Bombea regular, pero a veces lo hace a destiempo. Se desacompasa sin previo aviso, como si se precipitara al vacío y temiera un final inesperado o quizá, un final esperado pero, no deseado. Bombea consciente ante la impotencia, la energía renovadora de un nuevo amor, la alegría esperada de un reencuentro, la belleza de la naturaleza llena de luz, color, esplendor y hasta exuberante extravagancia. Bombea inconsciente ante lo onírico para enardecer mi cuerpo o para mostrar el miedo, el desconsuelo o la alegría de algo, que posiblemente sólo pasará en mi mente. A veces bombea entre uno y otro, dejándose sentir por percepciones que le hacen reaccionar. Señales que lanza, que ya se encargará otra parte de mi cuerpo de interpretar.

¡Qué bueno que bombee!  Aunque a veces se me encoja de la pena. ¡Qué suerte sentirlo! aunque el anhelo se apodere de él. ¡Qué grandioso cuando lo comparto pecho a pecho, piel a piel y se contagia de otros ritmos inundados por emociones positivas! Incluso, ¡qué suerte poder sentirlo resguardado! para mimarlo hasta que esté fuerte y por fin pueda salir de nuevo a pasear por los entresijos de la pasión.