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En la vida hay personas maravillosas. Personas que saben lo que valen, aunque no consigan el logro a través de una recompensa económica e incluso, sean cruelmente ignoradas si no son origen de riqueza para otros. Personas que saben disfrutar de los momentos bajos para aprender de ellos y, tras el ovillo inicial de sus cuerpos, incorporarse aún con dificultad y así, seguir caminando con paso cansado al principio,  pero con la cabeza alta por intentar disfrutar de una vida de la que hay que enamorarse. Personas maravillosas que nos regalan su poesía a cada frase que son capaces de exponer con humildad. Personas de las que contagiarse, de las que iluminarse, con las que aprender y saber que el camino es sólo en una única dirección: ¡Siempre adelante! Hay personas maravillosas que saben reconocer con tranquilidad que no tenemos muchos amigos, pero que los que están, ESTÁN y que la prioridad de esa amistad les guía. Personas maravillosa que aman y saben acariciar los pequeños defectos de sus parejas. 

Esta semana he querido deleitarme en las personas maravillosas;  algunas de las cuales se nos han ido y como siempre, ésas dejan un rastro igualmente emocionante. Ahora  hay que disfrutar con las que aún permanecen.