hombre

Cuando Iker disfrutaba, por fin,  de su libertad al otro lado de la pared, tuvo sensaciones muy extrañas.
El ansia que le provocaba mirar por su agujero e ilusionarse con lo que en el exterior podría encontrar, la emoción que sentía al ir saliendo de él y poder imaginarse por fin libre…Eran 
sensaciones tan fuertes, que idealizó lo que había en el otro lado…
¡Ay! ¡El pobre de Iker! Tanto deseo, tanta expectativa, para finalmente, encontrarse con experiencias que poco a poco se iban convirtiendo en monótonas.
No se dio cuenta de que no era lo del exterior lo que le haría feliz, no. Esto,  lo llevaba sólo en su mochila, para su sorpresa. La necesidad de salir afuera, le hizo olvidar lo que sucedía dentro de él.
Esos besos, ya no le parecían tan jugosos. Se acostumbró de nuevo a esos otros abrazos…
Y de pronto, mirando al infinito, se dio cuenta de que en la pared que tenía en frente, había una pequeña hendidura.
Por inercia, Iker se acercó lentamente y sin más forzó su ojo para intentar mirar lo que había al otro lado…