Ni en negro, ni en blanco. ¿Qué más da?
Con la esencia única de lo profundo.
El rojo es el mismo, que en grado máximo
tiene un tono azulado.
Ése que se derrama ante cada disparo,
ante cada cuchillada,
ante incluso, cada pensamiento inadecuado.
Ése que sangra por las cuencas de los ojos,
ante la impotencia de la sinrazón.
Ni en negro, ni en blanco.
Sólo veo un ser humano
sin la necesidad de catalogarlo.