Ese recuerdo infinito:
tu mirada, tu olor,
la textura tibia de tu piel,
esa suavidad que me adormecía
como un arrullo.

Tus besos, refugio inquebrantable.
Cuando me abrazo en las noches,
siento la calidez de tu corazón,
como cuando me ceñías
contra tu pecho.

Mamá, palabra mágica,
ya hace años que no puedo tocarte
en esta dimensión que llaman física,
pero te siento viva
en cada gesto,
en cada decisión,
incluso en mis errores.

No, nada fue perfecto,
pero tu cariño desbordó
cualquier falta.

Mamá por siempre.
Mamá eterna.
Hoy, te homenajeo
un año más,

con amor que no envejece.